– Observe bien y no se equivoque – sugirió Zun Yun Chin.
– Oh, perdón. Bien visto, eso no es un cuerno.
– Muy justo. ¿Entonces?
– No es Pekín, sino México.
– Perfecto. ¿Y el unicornio?
– ¡Demonios! ¡Es sólo un sueño!
– ¿Y qué es lo que en este sueño se omite?
– No lo sé. Pero, por Dios, ¡déjeme seguir durmiendo!
La letra “a”.