El número de heridos en la cabeza aumentó, pero el número de muertos decreció. Previamente, si un soldado era alcanzado en la cabeza por un pedazo de metralla, ésta le perforaba la gorra y posiblemente lo mataba, lo que hubiese quedado registrado como muerte, no como herida. Después de adoptar los cascos era más probable que el fragmento de metralla provocase una herida más que una muerte. Por lo tanto, la incidencia de heridas en la cabeza aumentó, mientras que la de muertes decreció.